Si nuestra buena o mala suerte se reparte estocásticamente y no tenemos control sobre cual nos toca, el cálculo es sencillo. De entrada, al inicio del día tenemos un 50% de posibilidades de que en nuestra primera batalla con la suerte salgamos victoriosos. Poniéndonos en el peor de los casos si sufrimos un infortunio, para nuestro próximo encuentro las probabilidades de repetir el resultado descienden a 1 vs. 4 a favor de nuestra buena estrella. Si aun así por segunda vez la fortuna no nos sonríe, para la siguiente las estadísticas son de 1 a 8 a favor de la buenaventura. Mi conclusión es que nuestra cabeza juega con nosotros y nos arrastra al "efecto aspiradora", perdemos el filtro y sólo vemos lo que queremos ver aspirando el resto...
Y yo paso, paso de aspirar. A partir de ahora si pierdo el metro por medio minuto o me quitan el sitio de aparcar por 2 segundos o me encuentro el super cerrado voy a sonreír, ya que probablemente la próxima vez yo reiré mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario